Qué es la culpa y dónde nace
La culpa es una emoción que experimentamos cuando creemos haber hecho algo mal o haber causado daño a otra persona. Puede ser una emoción muy poderosa y por lo general tiene gran impacto en nuestras vidas, en la relación con nosotros mismos y en nuestras relaciones con los demás.
Es importante recordar que la culpa es una emoción normal y que es natural sentirse culpable de vez en cuando. Sin embargo, si se vuelve excesiva o si está interfiriendo con la vida diaria, es hora de ponerse manos a la obra y trascender esa emoción.
Su origen, generalmente, comienza en la niñez.
La infancia fue una gran escuela para cada uno de nosotros sobre el mundo de la culpa y su gestión, por lo que ahora podemos ser más propensos a castigarnos o a sentirnos excesivamente culpables y recriminarnos, por cosas que no son en realidad nuestra responsabilidad.
En la infancia, tendemos a modelar nuestro comportamiento y forma de pensar basándose en las relaciones con los adultos de nuestro alrededor.
Es decir, si en la infancia vemos a los adultos manejar la culpa de forma excesiva o inapropiada, es posible que gestionemos la culpa de manera similar en la edad adulta.
Así mismo, podemos haber vivido bajo un sentimiento de culpa constante debido a las exigencias de nuestros padres o haber aprendido a pagar por nuestras malas obras, y entonces ejercer el autocastigo de manera inconsciente sobre nosotros cuando algo no sale como debiera, como esperamos o como creemos que debería ser.
Estos modelos de comportamiento aprendidos con base en las dinámicas familiares vividas, nos impactan tanto en la niñez, que marcarán nuestra relación con la culpa en la edad adulta.
Pero es cierto, que eso no es el único factor.
Afortunadamente podemos aprender y desarrollar habilidades para manejar la culpa de manera saludable a lo largo de nuestra vida!
Qué dinámicas conlleva la culpa
Cuando sentimos culpa, pueden surgir diferentes mecanismos psicológicos; algunos de ellos son:
- La necesidad de redimirse o de hacer algo para reparar el daño causado.
- El sentimiento de vergüenza, desvalorización o de humillación.
- El deseo de eludir a la persona a la que se ha provocado daño o evitar situaciones similares a las vividas.
- La tendencia a culparse a uno mismo, maximizando o minimizando, el propio papel en lo sucedido.
- El sentimiento de tristeza, rabia, dolor o arrepentimiento.
- La necesidad consciente o inconsciente de recibir castigo o autocastigo por la culpabilidad existente.
- No permitirse nada bueno, ningún logro o no disfrutar en la vida por grandes sentimientos de no merecimiento.
- Permanecer bloqueado en decisiones, acciones y relaciones.
La culpa es una emoción muy compleja, ya que a veces implica beneficios para quien la carga, y, por tanto, puede ser difícil o laborioso de entender y manejar.
Siempre te aconsejaré que no tengas miedo y que hables con un amigo de confianza o con un terapeuta para procesar y discenir los sentimientos de culpa y encontrar maneras saludables de lidiar con ellos, pero es cierto que hay algunas dinámicas que puedes y debes llevar tú a nivel personal e individual. Estas las expongo al final del texto.
Efectos de la culpa en el organismo
La culpa puede tener una serie de efectos negativos en el organismo que son necesarios tener en cuenta. Algunos de ellos son:
- Fatiga: La culpa puede ser agotadora y puede llevar a una mayor fatiga física, pero sin duda mental.
- Problemas de sueño: Es muy común que dificulte el sueño o lleve a trastornos como el insomnio.
- Cambios en el apetito: Puede afectar el apetito, llevando a un aumento o una disminución del mismo.
- Problemas de salud física: Es habitual que contribuya a problemas de salud física como el estrés, la ansiedad y la depresión, que pueden a su vez afectar al sistema inmunológico y aumentar el riesgo de enfermedades.
- Problemas en las relaciones: Sin duda afecta negativamente las relaciones con los demás, comúnmente llevando a la evitación o al distanciamiento de otras personas.
A nivel hormonal puede afectar el sistema hormonal del cuerpo de varias maneras:
- Estimulando la liberación de hormonas del estrés:La culpa puede ser una emoción estresante y puede estimular la liberación de hormonas del estrés como el cortisol. El cortisol es una hormona que se libera en respuesta al estrés y tiene efectos negativos a largo plazo en el cuerpo si se libera en exceso.
- Afectando los niveles de serotonina: Tanto la culpa como el arrepentimiento pueden afectar los niveles de serotonina, una hormona que juega un papel importante en el estado de ánimo y en la sensación de bienestar.
- Afectando los niveles de oxitocina: También puede afectar los niveles de oxitocina, una hormona que se libera durante el contacto social y que, por tanto, juega un papel importante en las relaciones y en el bienestar emocional.
Es relevante tener en cuenta que los efectos de la culpa en el sistema hormonal pueden variar de persona en persona y depender de la gravedad y la duración de la culpa.
Culpa, castigo y desvalorización
No pierdas de vista que la culpa, el castigo y autocastigo, y la desvalorización están totalmente relacionadas en este vaivén emocional.
Para que lo entendamos voy a desglosarlo y definirlos:
- La culpa es una emoción que experimentamos cuando creemos haber hecho algo mal o haber causado daño a otra persona, según había ya expuesto en este blog.
- El castigo es una consecuencia o una sanción impuesta a alguien por haber hecho algo mal o por haber violado una regla o una norma.
- El autocastigo es cuando alguien se impone un castigo a sí mismo por haber hecho algo mal, por haber fallado de alguna manera, no haber conseguido un propósito, etc. El autocastigo puede ser una forma de tratar de reducir la culpa, cuanto menos de sobrellevarla.
- La desvalorización es cuando alguien se ve a sí mismo de manera negativa o se culpa a sí mismo de manera excesiva. La desvalorización puede ser una consecuencia de la culpa y el autocastigo y puede llevar a una baja autoestima y a desequilibrios mental-emocionales.
Todos son comportamientos normales y seguro que tú has experimentado cada uno de ellos al menos un par de veces en tu vida, pero es cuando se vuelven constantes o excesivos donde es el momento de ponerles un nuevo enfoque.
Culpa como medio de control
La culpa es una emoción que puede ser utilizada como un medio de control en algunos casos. Cuando alguien se siente culpable, puede sentir la necesidad de hacer algo para redimirse o para evitar sentirse tan culpable en el futuro. Esto puede llevar a esa persona a hacer cosas que no necesariamente quiere hacer, sino que cree que deben hacerse para evitar la culpa.
Por ejemplo, una persona que se siente culpable por no ayudar a alguien puede sentir la necesidad de hacer algo para ayudar a esa persona en el futuro, incluso si no es algo que desee hacer realmente. En este sentido, la culpa quizás sea empleada como un medio de control porque puede llevar a la persona a hacer cosas que de otra manera no haría.
De igual manera, la culpa, le permite sentirse en control de la situación, ya que es él o ella quien puede hacer algo al respecto, con lo cual, sigue manejando lo que sucede sin perder el dominio sobre ello. Esto es muy común en las relaciones de pareja.
La culpa como medio de victimización
La culpa también puede ser utilizada como una herramienta para victimizarse en algunos casos.
Cuando alguien se siente culpable, puede sentirse como una víctima de sus propias acciones, decisiones o muy usual, de la vida. Esto puede llevar a esa persona a sentirse víctima de una situación o de alguien más, incluso si esa persona es en realidad responsable de sus propias acciones y decisiones.
En este sentido, la culpa puede ser empleada como un instrumento para victimizarse porque puede llevar a la persona a sentirse como una víctima de circunstancias externas en lugar de asumir la responsabilidad de sus propias acciones.
Esto puede ser en especial común en situaciones en las que alguien ha sufrido abuso o violencia, donde puede sentirse culpable por lo que ha sucedido y creer que de alguna manera es responsable de lo que le ha pasado. Este proceso es algo habitual en la infancia.
Sin embargo, la culpa no debe utilizarse para victimizarse a uno mismo.
Veremos qué otros mecanismos más sanos podemos llevar a cabo.
Cómo liberarse de la culpa
Aunque puede ser natural sentirse culpable cuando algo malo nos sobreviene, es importante recordar que no somos responsables de lo que nos hacen o nos sucede, a menos que hayamos tomado decisiones que contribuyeron a eso, o hayamos obrado con malas intenciones.
En lugar de recriminarse a uno mismo, será necesario buscar ayuda y apoyo y recordar que no es nuestra culpa si alguien nos ha hecho daño o nos ha tratado de manera injusta.
A continuación te doy algunos tips que puedes aplicar para ello:
- Comprende que todos cometemos errores y que es costumbre humana sentirse culpable de vez en cuando. Tus fallos son una oportunidad para aprender y crecer, en lugar de algo con lo que debes cargar.
- Fomenta el perdón tanto contigo mismo como con los demás. Aprende a perdonarte a ti y a deja ir la culpa y el rencor para poder avanzar en tu vida. Es una decisión a tomar, ni más ni menos.
- Aprende a expresar y procesar tus emociones de manera saludable y a encontrar formas adecuadas de lidiar con la culpa y otras emociones difíciles.
- Evita sentirte culpable por cosas que no son realmente tu responsabilidad o por cosas que no puedes controlar. Observa si te estás castigando por ello y rompe conscientemente ese aprendizaje de culpa-castigo sustituyéndolo por el de responsabilidad-poder personal.
- Cambia todas las creencias subconscientes que aprendiste en tu infancia en torno a la culpa, el castigo, la responsabilidad, el aprendizaje, los errores, las recompensas, etc. y sustituye todas esas creencias por otras capacitares que te ayuden a conseguir tus objetivos y ser más feliz.
Si sientes que la culpa te ha acompañado ya demasiados días, meses o años, dedícate el tiempo y la ayuda necesaria para transformarla, liberarte y avanzar en tu vida con más confianza y compasión hacia ti mismo.
Te deseo un gran camino de liberación y autoconocimiento!
(Continuará…)