En el bullicio de la vida cotidiana, encontrar un equilibrio emocional puede parecer un desafío insuperable. Sin embargo, la práctica del no juicio, la neutralidad y la presencia ofrece herramientas concretas y científicamente respaldadas para mejorar la calidad de vida, incluso para aquellos que no son asiduos meditadores o introspectivos.
La ausencia de juicio implica liberarse de preconcepciones y evaluaciones automáticas, permitiendo una perspectiva más abierta y compasiva hacia los demás y uno mismo. La neutralidad, por su parte, nos invita a ser observadores imparciales de nuestras emociones y pensamientos, fomentando una respuesta más equilibrada a las situaciones de la vida.
Me dirás que te resultan, cuanto menos complicadas, dichas prácticas. Si, lo escucho a diario a pacientes y alumnos. Pero ante eso existe una gran aliado: La práctica.
En uno de mis viajes a Palma de Mallorca recuerdo atender a Armin, un chico Alemán que “huía” de convertirse en una persona tan crítica como lo había sido su madre (quizá te resulte familiar). A través de ejercicios que le ayudaron a cambiar patrones heredados y creencias limitantes, Armin, con mucha intriga y diversión, se puso a practicar la neutralidad y el no juicio. Después de simplemente 10 días de práctica sus palabras fueron “No sé cómo he podido gestionar mi vida antes sin esta nueva perspectiva que tomo ahora”
Numerosos estudios respaldan los beneficios del no juicio y la neutralidad en la salud mental, reduciendo el estrés y la ansiedad. Además, la presencia, o la capacidad de estar plenamente en el momento presente, ha demostrado fortalecer la resiliencia emocional y mejorar la concentración.
Aplicar estos principios de manera práctica implica, por ejemplo:
“Tomar pausas breves durante el día para respirar conscientemente y observar nuestros pensamientos sin juzgarlos.”
La implementación de estos hábitos simples pero poderosos transforma la experiencia diaria, mejorando la gestión del estrés y fomentando relaciones más saludables.
Desde una perspectiva holística, estas prácticas no solo benefician la salud mental, sino que también contribuyen al bienestar espiritual. Al adoptar una actitud de no juicio, neutralidad y presencia, se crea un espacio para el crecimiento personal y la conexión con dimensiones más profundas de uno mismo, de la existencia y de nuestra verdadera naturaleza energética.
En la búsqueda de mejoras emocionales, estas prácticas se han integrado en enfoques terapéuticos contemporáneos, como la terapia cognitiva-conductual, respiraciones, terapia integrativa subconsciente y el mindfulness. Los terapeutas que incorporamos estos principios ofrecemos herramientas adicionales para enfrentar los desafíos diarios, saboteo emocional y promover una transformación positiva, profunda y permanente en el tiempo.
Para aquellos que buscan información práctica y científicamente respaldada, estos principios se presentan como una valiosa alternativa, accesible para todos. En el mundo de terapias la inclusión de estas prácticas es un factor diferenciador para aquellos que desean abordar sus problemas desde un enfoque integral y efectivo.
La práctica del no juicio, la neutralidad y la presencia no solo es beneficioso para la salud mental, sino que también abre puertas hacia una vida más plena y significativa. Al adoptar estos principios de manera práctica y constante, incluso aquellos menos familiarizados con la meditación o la introspección experimentarán mejoras notables en su bienestar emocional y espiritual.
En la encrucijada de la vida moderna, la práctica del no juicio, la neutralidad y la presencia emerge como un faro de serenidad y transformación.
Con más de una década de experiencia, mis sesiones de terapia holística fusionan la efectividad comprobada con la simplicidad en las prácticas, guiándote hacia una transformación profunda y duradera. No solo te embarcarás en un viaje hacia el equilibrio interior, sino que también encontrarás la clave para una vida plena y significativa ¿A qué esperas?
Carl Gustav Jung, un influyente psicólogo suizo, introdujo la idea de que la psique está compuesta por diversas partes, y una de ellas es el “niño interior”
El concepto de “niño interior” en psicología jungiana se refiere a una parte de la psique humana que representa la experiencia y la expresión de la infancia dentro de la psique de un adulto.
El niño interior no se refiere simplemente a la edad cronológica de la infancia, sino más bien a las experiencias emocionales, las heridas, las alegrías y los patrones de comportamiento que se formaron durante la infancia y que aún tienen un impacto en la vida del individuo adulto. Estas experiencias pueden ser tanto positivas como negativas y pueden influir en la forma en que una persona se relaciona consigo misma y con los demás.
Algunas características asociadas con el niño interior pueden incluir la espontaneidad, la creatividad, la curiosidad, pero también pueden surgir aspectos más vulnerables o heridos que puedan necesitar atención y curación. La idea es que reconociendo y conectando conscientemente con el niño interior, una persona puede comprender mejor sus patrones de comportamiento, superar traumas no resueltos y trabajar hacia la integración y el equilibrio psicológico.
Cada día aplico técnicas en mis sesiones para explorar y trabajar con el niño interior.
Estos procedimientos de terapia implican trabajar con:
La imaginación activa: Como medio de conexión con el niño.
El diálogo interno para darnos recursos a nosotros mismos desde el entendimiento actual de la vida
La introspección: Como medio de conocimiento y por tanto de aplicar las habilidades adecuadamente.
Regresión a la infancia: Que facilita la vivencia y así poder abordarla con herramientas más constructivas.
Estos enfoques buscan ayudar a mis consultantes y alumnos a sanar heridas emocionales, liberar bloqueos emocionales, experiencias traumáticas, creencias limitantes y desarrollar una conexión más consciente, estable y saludable con su niño interior.
Problemas derivados de no estar en conexión con el niño interior
La desconexión con tu niño interno dará lugar a problemas psicológicos y emocionales muy comunes, como:
Bloqueo emocional: Si una persona no está conectada con su niño interior, tendrá dificultades para expresar y comprender sus propias emociones,lo que se traduce en bloqueos emocionales, donde existen emociones no procesadas o reprimidas que afectan la salud mental.
Patrones de comportamiento repetitivos:Los patrones de comportamiento formados durante la infancia persisten en la vida adulta. Sin conexión con el niño interior, se repiten patrones disfuncionales, sin ser consciente uno de ello.
Falta de autenticidad: Sin la conexión con el niño interior se está desconectado de nuestras necesidades, deseos y autenticidad emocional, y podemos sentirnos perdidos o insatisfechos en la vida.
Dificultades en las relaciones: Cuando falta una buena conexión con nuestro niño, manifestaremos patrones de relaciones poco saludables, dificultades para establecer límites o dificultades para confiar en los demás.
Falta de creatividad y juego: Doy gran énfasis en mis sesiones a “poner tiempo y foco en la creatividad ya que el niño interior está totalmente asociado con ella, con la imaginación, ingenio para solucionar problemas y la capacidad de juego. La desconexión de estas cualidades llevará a una sensación de estancamiento en la vida y la pérdida de la capacidad de disfrutar de actividades lúdicas. Asi que no olvides desarrollar y practicar actividades creativas “a diario”!
Problemas de autoestima: La autoexploración y la aceptación de las partes vulnerables de uno mismo son esenciales para construir una sólida autoestima, y cuando hacemos trabajo con nuestro niño tomamos consciencia de esas partes para fortalecerlas o sanarlas.
Ejercicio con tu niña interior:
La visualización con el niño interior es una técnica utilizada en terapia y desarrollo personal para reconectar con aspectos emocionales y experiencias de la infancia.
Este ejercicio te ayudará a explorar y comprender mejor tus emociones, así como a fortalecer la conexión emocional contigo mismo. Puedes repetir este ejercicio tanto como lo sientas necesario y ajustarlo según tus necesidades específicas.
Encuentra un lugar tranquilo: Siéntate o acuéstate en una posición cómoda.
Respira profundamente: Inhala profundamente por la nariz, retén el aliento por un momento y exhala lentamente por la boca. Repite este proceso varias veces hasta que te sientas relajado.
Visualiza un lugar seguro: y tranquilo, como un jardín, una playa, una nube, un bosque… donde te sientas calmada y segura.
Pídele a tu niña interior que te acompañe: Imagina que aparece tu niña, tal vez de 4, 5 ó 6 años. Cualquier edad que llegue es perfecta. Visualiza qué ropa lleva y cómo se siente.
Establece una conexión con ella: Acércate a ella con cariño y amor. Puedes hablarla, abrazarla o simplemente estar presente. Observa sus expresiones y gestos, y permítete sentir emociones asociadas. Estas en un lugar seguro.
Conversación:
Comienza diciéndole como la admiras por todo lo que ha sido capaz de hacer.
Saber decir NO, es una habilidad muy valiosa y necesaria para nuestra salud mental que afecta directamente al control de nuestra vida.
Resulta especialmente difícil ser asertivo cuando hay que trazar límites con familiares jefes y amigos ¿Verdad?.
Y te preguntarás ¿Por qué carezco de estas habilidades sociales?
Las causas más habituales de la falta de asertividad y de habilidades sociales se relacionan con:
Falta de autoestima sostenida por el miedo, la culpa y la indecisión
Imagen personal pobre
Entorno familiar muy exigente
Entorno escolar muy exigente
Abundancia de castigos en la infancia
Falta de apoyo o poco apoyo en el desarrollo y aprendizaje normal durante la infancia
Comportamiento espejo de papá o mamá – Cuando un progenitor carece de asertividad, el niño aprende y copia dicha conducta como herramienta de gestión emocional.
Quiero detallarte algunas de las razones psicológicas detrás de la dificultad para decir no que puedes trabajar en tu autobservación y modelación de patrones limitantes:
Baja autoestima: Las personas con baja autoestima tienen miedo a rechazar las solicitudes de otros por temor a ser juzgados o perder la aprobación de los demás. Se busca quedara bien siempre, que se nos considere responsables y amables.
Padecer de buenismo: Tener un mal concepto de “soy una buena persona”, quedar bien hasta con los malos, ceder con benevolencia ypor lo tanto colocar a los demás en primer lugar como acto de bondad, implica no relacionarte de manera sana y asertiva.
Miedo al conflicto: Decir no a menudo implica enfrentar conflictos potenciales, lo cual puede ser aterrador para algunas personas. Temen las confrontaciones y prefieren evitarlas a toda costa. De echo, esto es uno de los motivos más habituales.
“Hace algún tiempo tuve una sesión online con Andrés, un hombre de unos 60 años que buscaba una terapia para el trauma. Después de varios ejercicios de introspección, donde pudimos ver qué efectos sufría, debidos a experiencias pasadas y comportamientos aprendidos de las mismas, salió a la luz su comportamiento evitativo ante cualquier tipo de conflicto, por muy ridículo que fuese, y lo aterrador que le resultaba confrontarse a otros.
Una vez reprogramada su vivencia traumática en las sesiones y haber cambiado varias creencias sobre las relaciones con los demás y permitirse ser el mismo, Andrés comenzó a practicar pequeños ejercicios que establecimos donde irían poco a poco mostrando unos límites mucho más sanos y contundentes con su entorno. Para su asombro, de forma casi inmediata a la práctica de estos ejercicios, su entorno comenzó a mirarle con más respeto y Andrés incrementó exponencialmente la confianza en sí mismo y por tanto en la vida. “
Necesidad de aprobación: Las personas que tienen una fuerte necesidad de ser aceptadas y aprobadas por los demás suelen tener dificultades para decir no. Temen que si dicen no, los demás los verán como egoístas o desagradables y básicamente no serán aceptados.
Culpa y remordimiento: Algunas personas sienten culpa o remordimiento al decir no, especialmente si están acostumbradas a complacer a los demás. Es probable que esta culpa esté arraigada en experiencias pasadas o creencias limitantes sobre su valía personal.
Patrones de crianza: La forma en que fuimos criados sin duda influye principalmente en nuestra capacidad para establecer límites. Si crecimos en un entorno donde se esperaba que siempre complaciéramos a los demás, deberemos “desaprender estos patrones” en la edad adulta.
Miedo al rechazo: Decir no puede hacer que algunas personas teman el rechazo por parte de quienes les pidieron algo. El miedo al abandono o a ser excluido llevará a la incapacidad para establecer límites claros.
Falta de habilidades de comunicación asertiva: para expresar los propios deseos y necesidades de manera sana lleva a evitar decir no para evitar situaciones incómodas.
“Otro ejemplo de terapia, es el de Juan Carlos, quien me solicitó una sesión de hipnosis online. Juan Carlos no comprendía sus estados de rabia y enfado.
Es frecuente ver, en las personas que no saben decir “no”, explosiones de ira que les llevan a expresar sus sentimientos de una forma hiriente. Este comportamiento es el resultado de no saber comunicarse de forma asertiva; Todas las emociones que no se expresan o gestionan debidamente, se acumulan, y la rabia y la frustración acaban manifestando su verdadero parecer de forma poco constructiva. Sin duda fue un proceso muy transformador para Juan Carlos, pero especialmente liberador, puesto que estas emociones nos atrapan y manejan a niveles muy inconscientes donde, en la mayoría de los casos, ser uno mismo, resulta difícil”
Superar la dificultad para decir no implica trabajar en estos aspectos a nivel emocional y psicológico. Esto incluirá desarrollar la autoestima, aprender habilidades de comunicación asertiva, establecer límites claros, y aprender a manejar el miedo al conflicto y al rechazo. La terapia será muy útil para abordar estos problemas y aprender a decir no de manera efectiva y calmada.
Así mismo, me gustaría exponerte algunas posibles maneras de relacionarte de forma respetuosa y asertiva:
Explica y comunica tus razones: Si hay alguna razón específica por la que no puedes aceptar el compromiso, como un problema de salud o un conflicto de horario, explícalo de manera respetuosa y sincera. explica por qué no quieres hacer lo que te piden. Esto ayudará a que tu familia y conocidos entiendan tu postura y te respete. Valora que tus necesidades estén en primer lugar.
Ofrecer alternativas: Si te sientes mal al decir que no, puedes ofrecer otras opciones para ayudar a la persona sin comprometerte a algo que no puedes hacer. Por ejemplo, si no puedes asistir a un evento, podrías ofrecerte para ayudar a organizarlo o contribuir de alguna otra manera.
Utiliza “yo” mensajes: en lugar de culpar a otros o hacer que tu familia se sienta mal, utiliza mensajes que comiencen con “yo” para hacer que tu mensaje sea más claro y asertivo. Por ejemplo, “Yo no puedo hacer eso porque tengo otras responsabilidades en este momento” en lugar de “Tú siempre me pides que haga cosas”.
Utilizar frases de transición: Si te sientes incómodo al decir que no directamente, puedes usar frases de transición para suavizar tu respuesta. Por ejemplo, “Lo siento, pero no puedo aceptar ese compromiso en este momento” o “Agradezco la invitación, pero voy a tener que decir que no”.
Expresar tu disponibilidad actual: Puedes decir que no puedes aceptar el compromiso en este momento porque ya tienes otros compromisos previstos o porque necesitas más tiempo para ti mismo.
Sé claro y conciso:no te sientas obligado a dar explicaciones largas o justificaciones detalladas. Simplemente di “no” y déjalo en eso.
Mantén tu postura: si insisten en que hagas algo que no quieres hacer, no cedas. Mantén tu postura y sé firme en tu decisión.
Es importante ser respetuoso y considerado al decir que no a un compromiso, pero también es importante ser honesto y no comprometerse a algo que no puedes hacer.
Es normal sentirse presionado por la familia o compañeros de trabajo a veces, especialmente cuando se trata de hacer cosas que no queremos o que van en contra de nuestros propios valores o deseos. Sin embargo, es importante recordar que tienes derecho a decir “no” y a tener tu propia independencia y autonomía.
Recuerda que es importante tener en cuenta los sentimientos de las personas con las que te relaciones, pero es aún más importante ser fiel a ti mismo y a tus propios valores y deseos.
En el contexto de la psicología, los límites saludables son establecidos por los padres que asumen el papel del “Padre Asertivo”.
El Padre Asertivo es un arquetipo parental que se caracteriza por establecer límites claros y saludables, al mismo tiempo que muestra empatía y apoyo hacia el niño. Este tipo de padre permite que el niño explore y desarrolle su independencia, al tiempo que establece reglas y estructura para mantener un ambiente seguro y amoroso.
Los padres asertivos son capaces de decir “no” cuando es necesario y de aplicar consecuencias adecuadas a las acciones del niño. También son capaces de comunicar sus expectativas de manera clara y coherente, lo que brinda al niño un sentido de seguridad y comprensión sobre lo que se espera de él.
Es importante tener en cuenta que ningún padre es perfecto y que todos los padres pueden mostrar diferentes arquetipos en diferentes situaciones. Sin embargo, los padres que siguen el arquetipo del Padre Asertivo tienden a criar niños que tienen una comprensión saludable de los límites, el respeto por los demás y una buena autoestima.
No saber decir no, no es una tendencia de nuestro comportamiento que nos afecta, y lo hace de un modo decisivo, haciendo que percibamos falta de control en nuestra vida. Y es la percepción de control, una de las claves en una buena gestión emocional.
Reprogamar la manera que aprendimos a relacionarnos desde niños es fundamental y para ello te ofrezco sesiones eficaces enfocadas en construir nuevos programas y hábitos al respecto.
Una emoción negativa es aquella que se siente cuando estamos tristes, enfadados, frustrados o preocupados. Las emociones negativas son una parte natural de la experiencia humana y suelen ser una respuesta a situaciones difíciles o estresantes. Algunas emociones negativas comunes incluyen tristeza, ira, miedo y ansiedad. Es importante reconocer y gestionar adecuadamente las emociones negativas para poder vivir de manera saludable y equilibrada.
¿Por qué no queremos sentir emociones negativas?
Es natural no querer sentir emociones negativas ya que a veces pueden ser difíciles de manejar. Sin embargo, es importante recordar que todas las emociones son una parte natural de la experiencia humana y que tienen una función importante en nuestra vida.
Estas emociones desagradables son una señal de que algo en nuestra vida no está bien y nos está afectando de alguna manera.
Así que te invito a mirarlas desde dos lados positivos:
Cuando las emociones negativas se vuelven intensas o persistentes, afectarán claramente la calidad de vida y el bienestar emocional.
Aquí hay algunos pasos que puedes seguir para gestionar tus emociones negativas de manera más efectiva:
Acepta tus emociones: A menudo, negamos y nos resistimos a ellas, lo cual sólo las hace más intensas. Para gestionarlo mejor, este es el proceso que debes seguir:
Mirar y aceptar que estás sintiendo
Darte permiso para sentir esas emociones
Elimina la culpa por sea lo que sea que estés sintiendo
Identifica que está causando tus emociones: Haces preguntas tipo ¿Hay algún evento o situación específica que esté desencadenando estas emociones? ¿Podría haber algún patrón o tema común en las cosas que me hacen sentir mal? ¿Me ha molestado más de lo que pienso lo que he leído, oido o visto? Una vez que identifiques la causa de tus emociones, podrás trabajar en encontrar maneras de manejar esas situaciones mucho mas efectivas.
Practica la respiración profunda y la relajación: Ayuda a calmar tu cuerpo y mente y a reducir la intensidad de las emociones negativas mediante relajaciones y respiraciones. Simplemente tomar unos minutos para sentarte en un lugar tranquilo y cómodo, cierra los ojos y respira profundamente a través de tu nariz. Exhala lentamente a través de la boca. Puedes contar tus respiraciones o decir una palabra o frase tranquilizadora para ti mismo mientras respiras. Puedes, igualmente, probar sesiones de hipnosis para bajar estados de estrés, preocupación o negatividad.
Escribe sobre cómo te sientes: Escribir sobre tus emociones es una manera útil de procesarlas y comprenderlas mejor, así como de permitirte reconocer y expresar lo que guardas dentro. Reflexiona a través del papel sobre cómo te sientes y qué podría estar causando esas emociones pues solo el hecho de poner las cosas por escrito te ayudará a verlo todo de manera más clara y a encontrar maneras inesperadas para una gestión más efectiva de las mismas.
Habla con alguien de confianza: Compartir tus sentimientos con un amigo, familiar o terapeuta aliviará tu carga emocional y te proporcionará apoyo.
Cambia tu perspectiva: Trata de ver las situaciones desde diferentes ángulos. Ser flexibles, cuestionar nuestras creencias y cambiar la forma en que interpretamos una situación, cambia las emociones asociadas a ella.
Recuerda que cada persona es diferente, por lo que es posible que necesites probar varias técnicas para descubrir cuál funciona mejor para ti. Además, si encuentras que las emociones negativas son abrumadoras o interfieren significativamente en tu vida diaria, considera buscar ayuda profesional de un terapeuta.
La asertividad es la cualidad o comportamiento que supone comunicar y defender los propios derechos e ideas, respetando a los demás.
Las personas no asertivas no tienen la habilidad para expresar sus deseos y opiniones de forma franca, directa, abierta y adecuada, y además, les cuesta decir no.
HAY UNA DELGADA LÍNEA ENTRE LA ASERTIVIDAD Y ESTAR RELAJADO – JUSTIN GUARINI
¿Cómo saber si tengo un buen nivel de asertividad?
Aquí te enumero algunas de las características de las personas que no saben decir no. Es un test muy corto y sencillo con la finalidad de que comiences a tomar consciencia de tus comportamientos.
Para ello deberás analizar bien “desde donde” respondes a las personas con un Si, o no les respondes para evitar decir NO.
A continuación, en un papel escribe “SI” en todos los puntos con los que te sientes identificado en más de un 50% y al final del texto te explicaré.
Demoro mis respuestas (para no tener que decir no) y así, confío que a la otra parte se le olvide o se dé por enterado de que no quiero.
No digo “no” en el momento, y después no hago a lo que me comprometí. Me hago el loco, el tonto, el olvidadizo…
Tengo rasgos de personalidad evitativos (Excesivo temor a ser rechazado por los demás). Digo sí para sentirme aceptado e incluído.
Siento baja autoestima, en especial cuando estoy con más personas.
No me siento valioso como para expresar mi negativa, y el hecho de no expresarla me hace sentir inferior.
Mi tono de voz suele ser bajo.
Muchas veces hablo con poca fluidez.
Mi comunicación no verbal es inhibida (poco contacto ocular, gesticulación demasiado suave).
Miedo a las confrontaciones y por tanto, tendencia a evitarlas.
Necesidad de aprobación por los demás.
Muchas veces me apoyo en otras personas que considero “más fuertes, estables o seguros” para que hagan de “poli malo” y digan que no en mi lugar.
Soy una buena persona. Soy complaciente y ayudo a los demás por encima de mi mismo muchas veces.
Siento que muchas veces la gente me invade, en el trabajo, en casa, mis parejas, etc.
Siento que mucha gente es agresiva.
Creo que la gente se aprovecha de mí.
No sé qué decir cuando me halagan, o intento evitar los halagos.
Ahora suma todos tus “SIES” y lee las respuestas:
Puntuación 0 –Gozas de una alta asertividad donde seguramente te sientas muy seguro relacionándote con otras personas, incluso desconocidos, y disfrutes de ello.
Puntuación de 1 a 3 –Eres una persona ligeramente asertiva. Deberás revisar tus comportamientos y aprender más técnicas apropiadas para ejercer una total asertividad de manera sencilla.
Puntuación de 4 a 10- Posees una asertividad baja, lo que te implicará sanar patrones de aprendizaje limitantes y observarte más en profundidad para comprender desde dónde actúas.
Puntuación de 11 a 18- Indica problemas en el manejo de la interacción social y la expresión del NO. Deberás por tanto revisar con detenimiento tus aprendizajes infantiles al respecto y las técnicas que te permitan mejorar tu comportamiento.
Como ya habrás podido comprender, la forma en que fuimos criados influye principalmente en nuestra capacidad para establecer límites. Si crecimos en un entorno donde se esperaba que siempre complaciéramos a los demás, deberemos “desaprender estos patrones” en la edad adulta. Para mí esa es una de las claves de la mejora.
Así mismo, desde mi experiencia en terapia, he visto como cientos de personas se transforman día a día con 4 sencillos trabajos que aplico y que te comparto brevemente:
Al escribir esto, recuerdo a Lucía, una chica bastante joven que vino a una sesión de terapia en Almayate. Lucía sentía que si decía “NO” a las propuestas de su entorno, se convertiría en una mala persona.
Evidentemente, la asertividad no tiene nada que ver con el tipo de persona que soy, más allá de ser alguien con seguridad en sí mismo, por lo que estuvimos viendo de dónde había aprendido y copiado esas creencias limitantes sobre qué deben hacer las buenas personas.
Finalmente resultó un proceso muy empoderador para Lucía donde, especialmente, las personas de su entorno pasaron de invadirla a respetarla.
Te invito a leer el próximo artículo donde voy a exponer métodos y herramientas de gran ayuda para tus relaciones sociales y así poder decir NO de forma fácil y clara, Y a probar mis sesiones de Psych-k y Técnicas de Integración Cerebral para reprogramar tu mente.
Cuando surge esa emoción la intentas ocultar y además te sientes mal. Profundamente mal y culpable por sentir rechazo hacia tu propia madre.
Piensas: Qué feo sentir esto, no quiero sentirme asÍ!!
Entonces, ¿Qué emoción sería la correcta?
Lo natural es sentir aquella emoción que se ha formado en ti a través de la relación que has tenido con tu mamá. Ya sea una emoción agradable o desagradable.
Ser mamá. Ser una buena mamá. Y ser la mamá que mi hijo querría que yo fuese, es un trabajo, cuanto menos, de los más complicados en la vida.
La relación con tus progenitores es muy influyente en tu vida y tiene un gran impacto en tu bienestar emocional. Por ello, este tema lo desarrollaré en varios artículos más.
El sentimiento de rechazo hacia la madre, puede ser complejo y surge por una gran variedad de razones.
Encontrarlas te facilitará tu desarrollo personal en esta materia.
Y por ello te expongo algunas razones que te ayudarán a identificar el motivo de tu rechazo:
Experiencias pasadas: Experiencias negativas o traumáticas en la infancia.
Ejemplos:
No haber sido un hijo deseado. Esta es una de las principales causas de rechazo hacia los progenitores. En muchas de las sesiones de hipnosis que conduzco, la persona recuerda haber pasado por una experiencia siendo bebé donde “no era esperado, no era deseado, fue rechazado, no era del sexo que se deseaba, etc” Ese dolor que produce dicho evento, marca profundamente la relación con la madre y el padre. Afortunadamente es algo relativamente sencillo y bonito de sanar y recolocar emocionalmente.
Abuso físico.
Maltrato emocional: Indiferencia, desprecio, desvalorización, falta de amor, gritos, falta de respeto, etc hacia el niño. Te invito a leer el siguiente artículo que te ayudará en tu valía personal: 14 maneras de mejorar la autoestima.
Haber sido abandonado por mamá: Abandono físico o fallecimiento.
Madre sargento que siempre contesta “Porque yo lo digo”.
Diferencias de personalidad: Las diferencias significativas en la personalidad, los intereses,las creencias o los valores entre la madre y el hijo crean conflictos y dificultades para relacionarse y comunicarse abiertamente.
Las personalidades simplemente pueden ser incompatibles, lo que hace que sea difícil para madre e hijo llevarse bien o llegar a un nivel de entendimiento básico.
Ejemplo:
Personalidad fuerte que impone criterios.
Intolerancia o falta de flexibilidad mental. Personas de estructura fuerte y rígida donde generalmente lo que ocultan es un gran miedo.
Madres sumisas: Estas mamás, en su creencia de no saber hacerlo de otra forma, han producido en sus hijos:
Rechazo por no haber cogido su lugar de progenitora, la grande, la protectora, etc
Rechazo por haber permitido situaciones en la familia donde los hijos han salido perjudicados.
Rechazo por no haber tomado decisiones desde el valor y el amor propio… todo un ejemplo, que desde el rechazo a mamá, intentaremos “nunca copiar” en nuestras vidas. Este punto es uno de los más trabajados en mi sesión de terapia. “No ser como mamá” es una conducta casi obsesiva y nos aleja de nuestra identidad y sentido de vida.
Expectativas no cumplidas: Estamos cargados de información inconsciente sobre “cómo deberían ser las relaciones con mamá, según la sociedad, la religión, la espiritualidad, etc”.
Las expectativas no cumplidas sobre la relación madre-hijo desencadenan sentimientos de decepción y rechazo.
Me atrevo a decir que las expectativas sobre la relación padres e hijos son en su mayoría muy poco realistas, y es imprescindible hacer un trabajo de introspección para identificar qué buscamos y qué esperamos de las relaciones con los progenitores.
Estas expectativas se mueven en ambos sentidos, tanto por parte del niño como de la madre.
Por ejemplo:
Una madre muy exigente cuya única meta es que su hija sea la mejor ( La más guapa de su clase, el que saca mejores notas, el mejor bailarín, etc). Vivirá para tener bajo presión y objetivos a “su hija ideal” basado en su expectativa por -ser la madre del hijo perfecto-.
Una hija que soñó con ser amiga de su mamá: Salir de compras, cocinar juntas, hacer cosas de chicas, etc, pero la realidad la golpea para reconocer que mamá es una autoridad, referente, una orientadora y cuidadora de por vida y por tanto no puede estar en la posición de una amiga del colegio por ejemplo.
Problemas de comunicación: La falta de comunicación efectiva o la incapacidad para expresar emociones suele generar malentendidos y resentimientos en la relación.
Ejemplos
Madre muy autoritaria que generalmente impone su opinión y decisiones sin previa comunicación al respecto o acuerdo entre ella y su hijo.
Madre no comunicativa que se guarda lo que siente, opina o hace. Pueden ser madres miedosas, vergonzosas, cohibidas, pudorosas, sumisas, etc.
Madre demasiado extrovertida que cuenta hasta lo más íntimo y personal a su hija.
Problemas emocionales o mentales: La salud emocional afecta la dinámica de la relación mamá/hijo y puede dar lugar a sentimientos de rechazo.
Ejemplos:
Madre narcisista.
Madre infantil donde quiere convertir a su hija en su propia madre y cuidadora.
Madre insegura y con gran falta de autoestima.
Madre manipuladora que siempre intentará hacerte sentir culpable.
Etc
Seguro que alguna te suena…
Madres Invasivas: Eventos o situaciones donde mamá a sobrepasado mis límites personales. Sientes que invade tu vida, tu privacidad, tu autonomía, tu espacio, generando tensiones, conflictos, rabia y rechazo.
Ejemplo:
Madre controladora
Madre “tengo consejo para todo” “debes hacer esto o aquello” “yo se lo que tu necesitas mejor que nadie”
Madre entrometida
Madre sobreprotectora: Excesivamente preocupada por la vida de sus hijos.
Etc.
Generalmente el rechazo hacia uno de tus progenitores te llevará a enfocar tu vida en ser “todo lo contrario a ellos”, en vez de en ser tú mismo. ¿Te suena “No quiero ser como mi madre”?
Es importante abordar estos sentimientos de manera saludable, para comprender las razones subyacentes y encontrar formas de manejar las emociones de rechazo de manera constructiva.
En los próximos artículos veremos varias formas efectivas de gestionar todo lo expuesto en el blog.
De igual forma, la terapia proporciona un espacio seguro para explorar estos sentimientos y trabajar hacia la reconciliación o, al menos, hacia una comprensión y aceptación más saludables de la situación.